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Pintura de México La pintura es una de las artes más antiguas de México. En el México prehispánico está presente en edificios, códices, cerámica, atuendos, etc; ejemplo de ello son las pinturas murales mayas de Bonampak o las de Teotihuacan, Cholula y Monte Albán. Se cree que la pintura rupestre más antigua de América es la encontrada en una cueva de la península de Baja California con 7500 años de antigüedad. Pintura rupestre en cueva de Yucatán Pintura mexicana de los siglos XVI y XVII La pintura mural tuvo un importante florecimiento durante el siglo XVI; lo mismo en construcciones religiosas como en casas de linaje; tal es el caso de los conventos de Acolman, Huejotzingo, Tecamachalco y Zinacantepec. Se dice que fueron principalmente pintores indígenas dirigidos por frailes los que las realizaron. Estos se manifestaron también en manuscritos ilustrados como el Códice Mendocino. Por un tiempo se creyó que el primer pintor europeo radicado en la Nueva España, fue
Rodrigo de Cifuentes (artista apócrifo) a quien incluso llegó a atribuirsele obra como “El bautizo de los caciques de Tlaxcala”, pintura del retablo mayor del Ex Convento de San Francisco en Tlaxcala. El flamenco Simón Pereyns vino a la Nueva España en 1566 y es considerado el más notable pintor de esta época. Con Francisco de Morales, Francisco de Zumaya, Andrés de la Concha y Juan de Arrúe formó un grupo de pintura culta. Se conservan de este maestro flamenco, entre otras, pinturas suyas del retablo de Huejotzingo y un San Cristóbal en la Catedral Metropolitana. Cristóbal de Villalpando, San Ignacio en Tierra Santa, 1710, Museo Nacional del Virreinato. La pintura popular tuvo también numerosas manifestaciones; Pese a la destrucción, sobre todo de escultura y arquitectura; pese al acoso y ataque contra los tlamatinime, "los que saben cosas"; la conquista, y luego la colonia, no lograron desterrar del pueblo de México las dos cualidades fundamentales del
artista náhuatl: "ser dueño de un rostro y un corazón" y "humanizar el querer de la gente.";2 lo que se aprecia en los materiales empleados, el manejo del color y las formas, así como en la expresión temática. Las obras eclesiásticas fueron las más importantes del siglo XVII. Entre los pintores relevantes podemos citar a Baltasar de Echave Ibía y a su hijo Baltasar Echave Rioja, también a Luis Juárez y a su hijo José Juárez, a Juan Correa, Cristóbal de Villalpando, Rodrigo de la Piedra, Antonio de Santander, Bernardino Polo, Juan de Villalobos, Juan Salguero y Juan de Herrera. Juan Correa, trabajó intensamente de 1671 a 1716 y alcanzó gran prestigio y fama por la calidad de su dibujo y la dimensión de algunas de sus obras. Entre las más conocidos: Apocalipsis en la Catedral de México, La conversión de Santa María Magdalena, hoy en la Pinacoteca Virreinal y Santa Catarina y Adán y Eva arrojados del paraíso este último en el Museo del
Virreinato de Tepozotlán.3 Caravaggio y Francisco de Zurbarán como Pintor del Rey influyeron notablemente en la creación artística de este período. Del último se trajeron numerosas obras para las iglesias de la Nueva España. Al final del período barroco la figura de Bartolomé Esteban Murillo se hace presente en los talleres novohispanos. Frescos de Bonampak, Chiapas. Ex Convento de san Francisco, Tlaxcala, México. Pintura mexicana del siglo XVIII A la par con la construcción de templos y casas proliferan los temas religiosos. En la Nueva España, cómo en el resto del Nuevo Mundo, a partir del siglo XVII, y en particular durante el siglo XVIII, el retrato pasó a ser parte importante del repertorio artístico. En una sociedad caracterizada por el profundo sentimiento religioso del que estaba imbuida, se esperaba que muchos retratos reflejasen las virtudes morales y la piedad del modelo.4 Algunos pintores destacados de esta época son: Cristóbal de Villalpando, Juan
Correa, José de Ibarra, Joseph Mora, Nicolás Rodríguez Juárez, Francisco Martínez, Miguel Cabrera, Andrés López y Nicolás Enríquez. Sebastian Zalcedo pinta ca 1780 una bella alegoría de la Virgen de Guadalupe en óleo sobre lámina de cobre Una descripción del arte colonial nos dice: "En el “Patrocinio de San José sobre el Colegio Carolino” se aprecia como figura principal de la obra a San José, quien carga sobre su lado izquierdo al niño Jesús. Dos arcángeles lo flanquean y sostienen su largo manto púrpura. En la parte superior se observa a otros dos pequeños ángeles con la intención de coronar al santo". "Por siglos, la obra fue atribuida a Manuel Caro, pero las minuciosas labores de restauración permitieron encontrar la firma del autor original: Miguel Cabrera."5 Algunos pintores, como Nicolás Rodríguez Juárez, participaban en la ejecución de arcos triunfales para la entrada de los virreyes, corregidores y arzobispos. El poblano José
Luis Rodríguez Alconedo fue el último pintor novohispano. Cristóbal de Villalpando, San Ignacio en Tierra Santa, 1710, Museo Nacional del Virreinato. Josep Antonio de Ayala, La familia del Valle a los pies de la Virgen de Loreto, 1769. Pintura mexicana del siglo XIX En este siglo también se cuenta con ejemplos de pinturas murales como las de estilo costumbrista creadas entre 1855 y 1867, en La Barca, Jalisco.6 Destacan en esta época: Pelegrín Clavé, Juan Cordero, Felipe Santiago Gutiérrez y José Agustín Arrieta. En México, en 1846 se contrató a Pelegrín Clavé para dirigir la reapertura de la Academia de San Carlos, organismo desde el que fomentó la temática histórica y el paisajismo con una visión europeísta. 7 La pintura de Edouard Pingret reprodujo las costumbres y los paisajes mexicanos y estimuló a sus contemporáneos a recrear las costumbres locales y el escenario rural. Hermenegildo Bustos es uno de los pintores más apreciados de la historiografía
del arte mexicano. Destacan también en estos años Santiago Rebull, José Salomé Piña, Félix Parra, Eugenio Landesio y su célebre discípulo, el paisajista José María Velasco, así como Julio Ruelas. José María Velasco, El Valle de México. Pintura mexicana del siglo XX Algunos de los pintores más destacados en este siglo son: David Alfaro Siqueiros, pintor y muralista, (murales en Tecpan (Tlatelolco), Polyforum Cultural Siqueiros) Raúl Anguiano, geometría armónica, muralista y grabador. Marta Chapa, óleo. Joaquín Clausell, óleo, impresionista. Miguel Condé, pintor, dibujante y grabador figurativo. Vladimir Cora, pintor y escultor, óleo, acrílico y esmalte. Pedro Coronel, pintor, escultor, dibujante y grabador abstracto. Rafael Coronel óleo, pintura melancólica. Miguel Covarrubias, Art Decó, caricatura. José Luis Cuevas, pintor, escultor. Gunther Gerzso, óleo, pionero del surrealismo abstracto
mexicano (¿Expresionismo?[1]). Francisco Goitia, óleo Jorge González Camarena, pintor, escultor y muralista. Saturnino Herrán, dibujo acuareleado, oleo, friso en el Palacio de Bellas Artes. María Izquierdo, óleo, surrealista, muralista, primera pintora mexicana en exponer en EU. Frida Kahlo, óleo, surrealista. Gerardo Murillo Dr. Atl, óleo, (pionero del "muralismo" en México) Juan OGorman, muralista (murales en la UNAM, México). Pablo O’Higgins, muralista (murales de la SEP y de la Escuela de Agricultura de Chapingo). José Clemente Orozco, muralista (murales en el Palacio de Bellas Artes, Hospicio Cabañas). José Guadalupe Posada, grabado. Diego Rivera, pintor y muralista (Escuela Nacional Preparatoria, Palacio de Bellas Artes, Escuela de Agricultura de Chapingo). Juan Soriano "El Mozart de la pintura mexicana". Rufino Tamayo, óleo, mixografía, muralista. Francisco Toledo, pintor, escultor y
ceramista. Remedios Varo, pintora surrealista. Alfredo Zalce, muralista, grabador y escultor. Los grandes muralistas mexicanos de la posrevolución desarrollaron, con Ia pintura mural, el concepto de «arte público», un arte para ser visto por Ias grandes masas en los principales edificios públicos de la época, y que no podía ser comprado y transportado fácilmente a otro lugar, como sucede con la pintura de caballete. Francisco Goitia, Autorretrato con mano en el pecho, 1955